Esun anillo de fuego en medio de la oscuridady fue retratado en la galaxia Messier 87. Su masa es 4,3 millones de veces mayor a la del sol pero está comprimida en un diámetro de 30 soles.
“Tomen un momento y disfrútenlo”, dijo uno de los científicos el 10 de abril de 2019, cuando por primera vez la ciencia develó la imagen de un agujero negro masivo, un fenómeno teorizado por Albert Einstein y que hasta esta fecha los investigadores estudiaban desde hace años pero nunca había podido ser retratado.
Estamos dando a la humanidad la primera imagen de un agujero negro; es una puerta de salida de nuestro Universo”, manifestó Sheperd S. Doeleman, del Centro de Astrofísica Harvard & Smithsonian y director de proyecto del Event Horizon Telescope (EHT, un consorcio de observatorios en seis lugares del mundo que procura formar un telescopio virtual del tamaño de la Tierra). “Este es un hito en astronomía, una proeza científica sin precedentes lograda por un equipo de más de 200 investigadores”, añadió Doeleman en el anuncio que fue realizado en seis conferencias internacionales simultáneas.
El anuncio comenzó a las diez de la mañana, en seis conferencias de prensa simultáneas en Bélgica, Santiago de Chile, Tokio, Shangai, Washington y Taipei, mientras que en centros de investigación de distintas partes del mundo hubo reuniones de especialistas en astronomía que siguieron la transmisión para, luego, debatir el anuncio. En Argentina, el encuentro fue en la Facultad de Matemática, Astronomía, Fisica y Computación de la Universidad Nacional de Córdoba, donde se realiza la Conferencia Internacional GRAV19, cuyos participantes siguieron el “trascendental anuncio” del ESO y el EHT en pantallas gigantes, en una versión en inglés y otra en español.
Las observaciones que vienen realizando los observatorios integrantes del EHT buscaron obtener una imagen del agujero negro ubicado en el centro de la Vía Láctea, y la de otro agujero situado en el centro de la galaxia M87, y que se estima que es 1500 veces más grande.
El hallazgo también fue anunciado hoy en seis artículos publicados en una edición especial de The Astrophysical Journal Letters. La imagen obtenida confirma la presencia de un agujero negro en el centro de Messier 87 1, un cúmulo de galaxias cercano a nosotros. El agujero negro se encuentra a 55 millones de años luz de la Tierra y tiene una masa 6.500 millones de veces superior a la de nuestro Sol 2.
“Los agujeros negros son objetos cósmicos extraordinarios, caracterizados por tener una masa enorme en un tamaño muy compacto. La presencia de estos objetos afecta su entorno de maneras extremas, curvando el espacio-tiempo y supercalentando todo el material circundante”, detalló el comunicado del observatorio chileno Alma (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), uno de los centros que participa de la investigación.
“Si está inmerso en una región luminosa, como un disco de gas brillante, se espera que el agujero negro produzca una zona oscura similar a una sombra, algo que había sido predicho por la relatividad general de Einstein y que nunca habíamos visto antes”, explicó Heino Falcke, de la Universidad Radboud (Países Bajos) y director del Consejo Científico del EHT. “Esta sombra, causada por la curvatura gravitacional y la captura de luz por el horizonte de eventos, revela mucho acerca de la naturaleza de estos objetos fascinantes, y nos permitió medir la enorme masa del agujero negro de M87”, amplió.
Las imágenes tomadas mediante observaciones independientes realizadas en simultáneo durante cinco jornadas por los distintos observatorios permitieron revelar una estructura circular alrededor de una zona oscura, la sombra del agujero negro. “Una vez que tuvimos la certeza de haber obtenido una imagen de la sombra, pudimos comparar nuestras observaciones con complejos modelos informáticos que incorporaban las características físicas de la curvatura del espacio, el supercalentamiento de la materia y campos magnéticos intensos. Muchos de los aspectos de la imagen obtenida coinciden sorprendentemente bien con nuestra comprensión teórica”, señaló Paul T. P. Ho, miembro del directorio del EHT y director del East Asian Observatory.
El comunicado de EHT informó que los telescopios participantes de la investigación son “ALMA, APEX, el Telescopio IRAM de 30 metros, el Observatorio IRAM NOEMA, el Telescopio James Clerk Maxwell (JCMT), el Telescopio Milimétrico Grande Alfonso Serrano (LMT), el Conjunto de Submilimétrico (SMA), el Telescopio de Submilimétrico (SMT), el Telescopio del Polo Sur (SPT), el Telescopio Kitt Peak y el Telescopio de Groenlandia (GLT).”
A la vez, el consorcio de EHT “consta de 13 institutos que conforman parte de su directorio: Instituto de Astronomía y Astrofísica de Academia Sinica, Universidad de Arizona, Universidad de Chicago, Observatorio de Asia Oriental, Goethe-Universitaet Frankfurt, Instituto de Radioastronomía Milimétrica, Gran Telescopio Milimétrico, Instituto Max Planck de Radioastronomía, Observatorio Haystack MIT, Observatorio Astronómico Nacional de Japón, Instituto Perimetral de Física Teórica, Universidad de Radboud y el Observatorio Astrofísico Smithsonian.”
¿Qué es un agujero negro?
El mundoconoce desde este miércoles cómo es un agujero negro, uno de los objetos más misteriosos y sugerentes del Universo, gracias a la imagen mostrada por el consorcio internacional Telescopio Horizonte de Sucesos (EHT).
Pero qué son exactamente, por qué fascinan tanto a los científicos y no científicos, quién habló de ellos por primera vez. La agencia Efe habló con Roberto Emparan, físico e investigador ICREA (Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados) del Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona.
1. ¿Qué es un agujero negro?
Un lugar del espacio de donde nada puede escapar, ni siquiera la luz.
2. ¿Por qué no todas las estrellas se convierten en agujeros negros?
Tan solo forman agujeros negros las estrellas muy masivas. Cuando agotan su combustible al final de su vida, colapsan sobre sí mismas de forma catastrófica e imparable y en su desplome forman un pozo en el espacio: un agujero negro.
Si no son tan masivas, la materia de la que están hechas puede detener el colapso y formar una estrella moribunda que apenas brilla: una enana blanca o una estrella de neutrones.
3. ¿Cuántos tipos hay?
Los agujeros negros se distinguen por su tamaño. Los estelares son los que tienen masas comparables a la del Sol y radios de decenas o cientos de kilómetros.
Aquellos cuyas masas son millones o hasta miles de millones de veces la masa del Sol, son los agujeros negros supermasivos de los núcleos de las galaxias.
También es posible que existan -pero todavía no los hemos detectado- agujeros negros intermedios, de centenares de miles de masas solares, y agujeros negros primordiales, formados al comienzo del Universo, con masas que podrían ser muy pequeñas.
4. ¿Por qué nada puede escapar de un agujero negro?
La fuerza de su gravedad es tan fuerte que ni siquiera la luz puede escapar de su atracción. Y si la luz, que es lo que más rápido viaja en nuestro Universo no puede salir, entonces nada podrá hacerlo.
5. ¿Pueden estar ubicados en cualquier lugar del Universo?
Sí. Creemos que en la mayoría de las galaxias hay un agujero negro supermasivo en su centro y centenares de miles de agujeros negros estelares.
El agujero negro conocido más cercano a la Tierra se halla a unos 3.000 años-luz de nosotros.
6. ¿Qué es el horizonte de sucesos?
El borde del agujero negro, el límite más allá del cual es imposible ver nada, ni escapar de él si uno lo cruza.
7. ¿Quiénes son los científicos que más han contribuido a saber sobre los agujeros negros?
Albert Einstein formuló la teoría que los predice, aunque él nunca llegó a entenderlos ni aceptarlos.
Karl Schwarzschild fue el primero en hallar una solución de las ecuaciones de Einstein que describe un agujero negro (si bien él murió antes de que esto se entendiese).
John Wheeler los popularizó y les dio el nombre más acertado de la historia de la física.
Stephen Hawking describió sus propiedades y nos dejó un paradoja al intentar conjugar los agujeros negros con la física cuántica.
8. ¿Por qué fascinan más allá de a los científicos?
Los agujeros negros combinan de forma única elementos que todos podemos compartir: la fascinación de lo absoluto en esas prisiones de oscuridad total, incondicionales y definitivas; la intriga sobre el misterioso destino de lo que entra en ellos; la dificultad casi imposible de entender qué le sucede al tiempo en el agujero negro.
¿Cómo fue posible capturar la imagen?
Participaron telescopios de veinte observatorios astronómicos y más de 200 científicos.
Teníamos datos de los agujeros negros que nos permitían adivinar su apariencia pero obtener una foto tan milimétrica y rotunda es un acontecimiento inigualable”, señala Daniel Barraco, físico cordobés y director del planetario provincial Plaza Cielo y Tierra. “Es la primera imagen tan nítida jamás obtenida de este tipo de objeto. No hay dudas respecto de la importancia de lo que se ha conseguido”, narra Mariano Ribas, periodista científico y coordinador de divulgación científica del Planetario Galileo Galilei de la Ciudad de Buenos Aires.
Se acabó el misterio: la ciencia consiguió la foto que faltaba. El Observatorio Europeo Austral (ESO) y el equipo internacional Event Horizon Telescope (EHT) comunicaron de forma simultánea en seis ciudades un anuncio histórico para la historia de la astronomía y del conocimiento general. Por primera vez lograron capturar la imagen de un agujero negro, uno de los objetos más misteriosos del universo. La fotografía fue tomada a 55 millones de años luz de distancia, en las entrañas de la galaxia M87. Ahora bien, ¿qué es un agujero negro? La definición de manual indica que “es una región del espacio de cuya atracción gravitacional nada, ni siquiera la luz, puede escapar”. En la Vía Láctea hay cientos de miles y, por lo general, son el resultado del colapso final de una estrella muy masiva. Cuando culmina su vida explota como supernova y el remanente da origen a este objeto de apariencia tan peculiar. Mucha masa concentrada en poco volumen, con una gravedad tan intensa que no permite que nada se escape.
Sin embargo, el de M87 es un agujero negro muy especial. “Es supermasivo y está en el centro de una galaxia gigante, ubicada a más de 50 millones de años luz de distancia. En cuanto a su cantidad de materia, tiene alrededor de 6 mil millones de masas solares y su diámetro es, aproximadamente, el triple del Sistema Solar (40 mil millones de km). En la imagen se observa un anillo bien brillante, un disco de materiales incandescentes (fundamentalmente gases a millones de grados de temperatura) y el hueco que hay en el medio, que a priori no puede advertirse, justamente, es el agujero negro”, describe Ribas.
El horizonte de eventos, en este sentido, delimita la superficie que envuelve el punto central del agujero y que hace que una vez que algo ingresa ya no pueda salir. De hecho, establece la frontera entre lo visible y lo que ya no puede percibirse. Como si fuera poco, toda la materia que rota alrededor se encuentra a altísimas temperaturas. “En este caso, está a 12 millones de millones de grados Kelvin –lo que equivale a 10 a la 12– y ello implica una cantidad de radiación apenas imaginable”, plantea Barraco.
Para cumplir con el objetivo se requirió de la combinación de la potencia de ocho radiotelescopios desperdigados en el mundo, en zonas bien dispares como México, Arizona y Hawai (EE.UU.), Sierra Nevada (España), Atacama (Chile) y en la Antártida. Asimismo, requirió de una inversión superior a cincuenta millones de dólares y el aporte intelectual de más de doscientos científicos. “Los radiotelescopios en red que hicieron el descubrimiento aprovecharon la agudeza de todas sus antenas, que trabajaron en conjunto. Como apuntaron al mismo tiempo al mismo objeto, se favoreció que la imagen sea mucho más clara que la que podría haberse obtenido de manera individual”, apunta Ribas. La anécdota es que la cantidad de la información registrada y acumulada era tan grande que fue imposible transmitirla por internet.
Aunque Sagitario A es el agujero negro de nuestra propia galaxia, el descubrimiento trascendió sus fronteras. “Si desde la Tierra hubiésemos querido observar nuestro propio agujero, habría sido más difícil porque deberíamos haber pasado por todas las estrellas intermedias hasta llegar al núcleo. Sin embargo, como la observación fue de otra galaxia que se halla inclinada respecto de la nuestra, el sueño se hizo posible y el proyecto logró cumplir con su objetivo”, aclara Barraco.
Los agujeros negros, a comienzos de siglo XX, constituían objetos hipotéticos. Una de las primeras reflexiones sobre su existencia derivó de las ideas relativistas y de las ecuaciones matemáticas de Albert Einstein. Sin embargo, los aportes sustantivos al campo llegaron más tarde. Las predicciones de Robert Oppenheimer a fines de los 30 y los nuevos pasos a partir de los teoremas de Stephen Hawking y Roger Penrose durante los 60 fueron los más destacados; ideas que hoy, en definitiva, pueden comprobarse.